Una historia del apoyo social del turismo en Gran Canaria


Por Míchel Jorge Millares //

Hoy miramos al sector turístico con absoluta preocupación. Hace unos días Canarias estaba en la ‘lista negra’ de muchos países por la incidencia del Covid-19 en la población isleña, mientras que hoy somos el paraíso soñado por muchos europeos que ven confinar sus países por la extensión del contagio, en medio del frío y la imposibilidad de disfrutar del aire libre. Pues algo tendrá que ver nuestro clima en la contención de los contagios -si además actuamos responsablemente-. Ahora es más saludable el clima y con el mejor dato de todas las CCAA. Lo que nos retrotrae a los grancanarios a hace 130 años, cuando surge el primer turismo como tal en la isla, paralelo a la creación y desarrollo del puerto de refugio de La Luz y al florecimiento de la colonia inglesa. Un turismo de invierno y mayoritariamente británico que buscaba un destino saludable. La implantación de las compañías navieras y consignatarias, con la expansión colonial británica en Las Palmas originó también el ‘Barrio de los Hoteles’ que daría pie a la futura urbanización de Ciudad Jardín.
Una temperatura agradable y hermosos paisajes, motivaron a aquellos colonos británicos a divulgar las bondades de estas islas, convirtiéndose en propagandistas de Gran Canaria, entre los que destaca Alfred L. Jones, quien creó varias compañías, fundó los hoteles ‘Metropole‘ y ‘Victoria‘ y alentó la visita de personas reconocidas en su país, patrocinó la publicación de diversos materiales propagandísticos y guías, y facilitó la realización de rutas turísticas como fuera la más antigua de la isla: La vuelta al mundo, que subía por Marzagán a Bandama, La Atalaya y los viñedos de El Monte.

Nicolás González Lemus explica que bajo el gobierno liberal de Montero Ríos se formó en 1905 la Comisión Nacional para el Fomento del Turismo, para potenciar un sector que hasta entonces estaba a cargo de un Comisario Regio de Turismo. Al amparo de esta iniciativa estatal, en 1907 se fundó en Tenerife el Centro de Propaganda y Fomento del Turismo, y en 1910 la Sociedad de Propaganda y Fomento del Turismo de Gran Canaria, que impulsarían el turismo en las islas, tal como reflejan en sus estatutos, cuyos objetivos eran: fomentar y desarrollar el turismo; facilitar la colocación y negociación de empréstitos a obras locales; realizar toda clase de operaciones bancarias; construir, arrendar y comprar hoteles, sanatorios, balnearios y servicios de transportes terrestres (Alfredo Herrera Piqué“Algunos precedentes del turismo en Gran Canaria”. Revista Aguayro).

La Sociedad se fundó con un capital social de dos millones de pesetas. La presidía Tomás de Zárate, y en sus estatutos figuraban como vocales Carlos Navarro Ruiz, Francisco Gourié y Miguel Curbelo, así como los hermanos Galván, sobrinos de otro pionero del turismo global.

El éxito fue rápido y en invierno la prensa destacaba que la oferta alojativa era insuficiente. Y ya se contaba con 13 hoteles en la ciudad y varios en Tafira. Pero el clima templado del invierno, el paisaje y la hospitalidad isleña provocaron un poderoso ‘efecto llamada’ para las clases pudientes de Gran Bretaña para estancias largas, junto a los turistas de cruceros que realizaba la compañía Yeoward, con escalas en Lisboa y Madeira, en viajes de unos 23 días de duración.

Herrera Piqué recuerda también que en ese año surge la revista semanal ‘Canarias Turista’ (6 de febrero de 1910) con el sueño de «hacer de Gran Canaria un emporio de riqueza, centro de atracción de forasteros, que nos visiten y propaguen las ventajas de este suelo y de este cielo, y hacer de Las Palmas una Niza del Atlántico, rebosante de plétora comercial y de encantos de la vida, es menester, ante todo y sobre todo, una línea de orientación, fija, estable, inconmovible, hacia estos fines…»

Ese mismo año de 1910, un mes después, se constituyó en Las Palmas la Junta del Turismo (recordemos que todavía no se había aprobado la Ley de Cabildos, y Canarias era una provincia única con capital en Santa Cruz de Tenerife). Su junta de gobierno la formaban el alcalde de Las Palmas, Felipe Massieu y Falcón (presidente), con el Conde de la Vega Grande Gustavo Navarro Nieto, Felipe Massieu y de la Rocha, Arturo Sarmiento, Emilio Ferrer, Domingo de Quintana, Luis de León y Castillo, Luis Millares Cubas, Nicolás Massieu y Falcón, marqués de Acialcázar, Jerónimo Peñate, Germán León y Castillo, Gustavo Bascarán, Mr. Head, Manuel Martínez de la Vega, Cristóbal Bravo, Domingo Rodríguez Quegles, Edmond Mendoza y Ferreol Aguilar.

Esta primera etapa del turismo, así como la impresión de ‘Canarias Turista’, finalizaría con el inicio de la I Guerra Mundial (1914). Una decadencia que se prolongó hasta los años 20, con unas comunicaciones marítimas deficientes, sin propaganda ni promoción. Esto provocó una añoranza en la sociedad de la experiencia vivida en la primera década, si bien ya los hoteles presentaban muy mal estado y el Santa Catalina (entonces de madera) era considerado inservible. Sólo quedaban las excursiones que se ofrecían a los viajeros en tránsito de los pocos trasatlánticos que recalaban por el puerto. Es la época en la que el Patronato Nacional de Turismo inicia sus labores en España intentando restaurar ciudades y establecimientos mediante el Crédito Hotelero. En esos momentos, en la isla ya se demandaba la propaganda, la recuperación del equipamiento hotelero y la iniciativa de construir un hotel en la Cruz de Tejeda.

Tras la muerte de Benito Pérez Galdós, el 4 de enero de 1920, se pensó en trasladar sus restos mortales a su ciudad natal, y enterrarlos en un mausoleo dedicado al escritor. La iniciativa surgió de la sociedad Fomento y Turismo, que entonces dirigía Carlos Navarro Ruiz, la cual, por medio del médico Jerónimo Megías (personaje grancanario muy destacado en la historia del turismo mundial), contactó con el escultor Victorio Macho para realizar la escultura. Al quedar disuelta la Sociedad en 1928, el Cabildo de Gran Canaria, encargó la obra que se ejecutó tras más de diez años desde que se tomara la iniciativa.

En 1928 (un año después de la división provincial) es disuelta la sociedad Fomento y Turismo por el Gobierno de la dictadura del general Primo de RiveraSe constituye el Patronato Provincial de Turismo, que se plantea la ‘reconquista’ de la actividad, cuestión que inició de inmediato, participando en 1929 en la exposición promocional de Sevilla, junto a la publicación de una guía turística con ilustraciones de Néstor Martín-Fernández de la Torre y textos atribuidos a Domingo Doreste (‘Fray Lesco’), a quien también se le atribuye el lema turístico más acertado de la isla: ‘Continente en miniatura’. A este movimiento de sumaría el arte indigenista de la Escuela Luján Pérez, cuya interpretación artística trascendería al terreno de la promoción turística en folletos, revistas, planos, ilustraciones…

En verano de 1934 se funda el Sindicato del Turismo, presidido por Fernando León Santanach, con la colaboración de Domingo Cárdenes y entre los componentes de la directiva contaría con el propio Néstor. Todo el esfuerzo del Patronato Provincial y del Sindicato se perdería con el inicio de la Guerra Civil (1936/39) y, acto seguido, comienza la II Guerra Mundial (1939/45), aunque el Mando Económico creado por la dictadura retomaría algunas de las propuestas de aquellos visionarios, recuperando el Parador de Tejeda, el Hotel Santa Catalina, el Pueblo Canario, la Casa del Turismo

Sucediendo al Sindicato, se crea en 1940 el Centro de Iniciativas y Turismo (CIT) de Las Palmas, y retornan tímidamente los turistas en los buques de ‘Union’ y ‘Castle’, que recuperan  las excursiones por la isla y el ‘chone’ inglés. Un tipo de turismo que una década después sería suplantado por los escandinavos y el desarrollo de Las Canteras como epicentro del turismo de charter y modernidad. El CIT realizaría una importante labor, de forma voluntariosa y profesional, con la edición de ISLA, la revista de referencia internacional que volvería a situar a las islas en el conocimiento e interés del turismo europeo. En 1975 aparecería el Patronato de Turismo, primero provincial y luego insular, pero a partir de aquí el papel de la sociedad civil queda desdibujado.

Este artículo no tiene por objeto un imposible -y anacrónico- regreso al pasado. Tan sólo pretende recordar que lo que hoy somos es fruto de un largo proceso histórico, en el que numerosas personas contribuyeron de forma desinteresada y solidaria al progreso de esta tierra. Un apoyo que tiene nombres y apellidos, pero que también era parte de una aspiración colectiva, que no habría sido posible de no ser por la cultura hospitalaria, creativa y entusiasta de nuestra sociedad. Hoy, en este escenario crítico, se realizan campañas para explicar la importancia del turismo ¿por qué hemos llegado a tener que hacer propaganda entre los propios isleños? Habría que analizarlo y buscar soluciones.

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