TEA Tenerife Espacio de las Artes presenta NO NI NÁ. Contenga multitudes, la primera exposición de María Cañas en Canarias


La muestra, que se inaugura mañana [jueves 21] a las 20:00 horas, pone en escena algunas de las problemáticas sobre las que la artista ha trabajado en los últimos años

TEA Tenerife Espacio de las Artes, centro de arte contemporáneo del Cabildo, presentó hoy [miércoles 20] la primera exposición en Canarias de María Cañas (Sevilla, 1972), NO NI NÁ. Contenga multitudes. El director artístico de TEA, Gilberto González; el comisario de la exposición, Jesús Alcaide, y la artista dieron a conocer los detalles de esta muestra que reúne una selección de trabajos de Cañas que, agrupados en diferentes contextos, ponen en escena algunas de las problemáticas sobre las que la artista ha venido trabajando en los últimos años: Desde la lucha feminista a la poscolonial, pasando por los modos de sumisión a tecnología en el mundo actual, la reflexión melodramática sobre el propio lenguaje cinematográfico y los usos de las redes sociales como espacio de crecimiento o aniquilación.

Gilberto González, quien agradeció a la artista y al comisario el trabajo realizado, explicó que esta exposición obedece a la selección realizada por el equipo de conservadores del centro y que a su vez se enmarca dentro de una de las líneas de trabajo que se ha planteado desde TEA, que es la de entender el sentido de las imágenes. «Creo que hay algo que descoloca en el trabajo de María Cañas y eso es lo que también hace interesante esta exposición. En los tiempos oscuros en los que vivimos donde todo parece fanfarria, puede tener uno la sensación de que hay fanfarria en la obra de María pero un espectador con algo de compromiso entenderá que la fanfarria siempre se acaba volviendo dolorosa», apuntó el director artístico de TEA sobre NO NI NÁ. Contenga multitudes, exposición que se inaugura mañana [jueves 21] a las 20:00 horas y que se podrá visitar hasta el 23 de junio, de martes a domingo de 10:00 a 20:00 horas.

Por su parte Jesús Alcaide detalló que la cuestión identitaria está muy presente en la obra de María Cañas, una artista multimedia cuya obra está cargada de ironía con un sentido crítico y contradictorio dominante en sus instalaciones y vídeos tocando los límites entre ficción y realidad. Iconoclasta audiovisual, salvaje mediática y archivera terrorista, María Cañas -añadió Alcaide- practica una videoguerrilla, que se introduce en los tópicos y géneros para dinamitarlos. Durante su intervención, el comisario argumentó el título de esta muestra indicando que «No ni ná, como una triple negación, se usa en el lenguaje popular para afirmar algo, insistiendo en esa idea iconoclasta y nihilista. Llegar al sí a través de negar dos veces. Construir la afirmación a través de un juego del lenguaje que deviene en el propio subtítulo de la exposición, Contenga multitudes, una apropiación del verso de Walt Whitman que aquí se convierte en credo».

Coleccionista de imágenes, terrorista del archivo y defensora de la risastencia, María Cañas -recordó Alcaide- viene operando desde los años noventa en un apropiacionismo crítico que se ha ido desarrollando en diferentes obras de cine expandido, instalaciones y fotomontajes. Agregó además que NO NI NÁ. Contenga multitudes es una muestra que se encuentra estructurada en cinco ámbitos que están interrelacionados entre sí y que se presentan en base a cinco conceptos, trabajos o reflexiones.

Defensora de la cultura considerada como un palimpsesto infinito, María Cañas aboga por un uso libertario de las imágenes y las palabras, juegos del lenguaje en los que la tragedia y el humor van construyendo un paisaje revelador de las grandezas y miserias del mundo en el que sobrevivimos. En este sentido la artista señaló que le «interesa la cultura del reciclaje, de compartir conocimientos, y ecológica, en el sentido de que todos somos accionistas de la industria del cine». «Esta muestra es también como un laboratorio. En la sala donde está todo el ciberbarbarismo en Intenet y hacia dónde van las imágenes, me parecen muy interesante las mesas con textos de muchos maestros como Haruki Farocki que hablan de desconfiar de las imágenes y sospechar de nuestro imaginario para así ser más críticos, más libres y más creativos», reconoció la artista.

Además de ello, María Cañas afirmó que le interesa mucho «lo que es lo glocal, lo transnacional. Por que para mí lo local es universal». «Lo que se trata un poco es excavar en todo nuestro detritus audiovisual para generar relatos a contracorriente de cultura crítica y en el frente de la risastencia», agregó la creadora que explicó en qué consiste el movimiento de la risastencia, «una manera de resistir, la supervivencia con el humor de todos los colores». «También hago todo esto para recordarme que al final no somos nada. Se trata de construir otros mundos en los que quepamos gente que estamos proponiendo otros territorios de sensibilidad y más enfocados al libre pensamiento y al arte. Porque para mí el arte y el cine son mi religión», apostilló Cañas.

Licenciada en Bellas Artes, María Cañas cursó el Doctorado en Estética e Historia de la Filosofía en la Universidad de Sevilla y un máster en Postproducción digital C.E.A. Dirige Animalario TV Producciones, un espacio de creación dedicado a la cultura del reciclaje, al apropiacionismo y a la experimentación artística; una resistencia a la distracción en pos del cultivo del fuego interno. Es defensora a ultranza de la no privatización y la liberalización de nuestra memoria histórica e imaginarios y activista comprometida con la idea de cultura como construcción colectiva. Cree en la función del archivo orgánico y el detritus audiovisual como herramientas de desarrollo cultural, y en la necesidad de formar a personas aptas para gobernarse a sí mismas y no para ser gobernadas por otros.

Jesús Alcaide explicó durante su intervención los cinco bloques en los que se estructura la muestra. El primer bloque, en el que se habla sobre la mezcla de identidades y el mestizaje cultural en el folclore popular, da la bienvenida al visitante con una frase. 1492. Comienza la inmigración ilegal. Con esta pintada se  desmontan aquellos tópicos que en los últimos años hemos venido escuchando por aquellos que siguen teniéndole miedo al otro, al diferente, y continúan demonizándolo y convirtiéndole en el centro de las problemáticas que acosan ese infernal otro mundo ideal. Tomando como referencia la importancia que la ciudad de Sevilla tuvo en la partida del viaje a América y las mercaderías que en ella se propiciaron, María Cañas presenta en esta sala una serie de piezas en las que investiga en la propia historia para poder contar esas otras intrahistorias anuladas o veladas y esas resistencias populares indomables al discurso oficial.

Sé villana, La Sevilla del Diablo es un trabajo que nace de la propia contradicción de aquel que habita una ciudad a la que ama y odia al mismo tiempo, un solapamiento de sentimientos, un magma de pasiones que termina por arder en una gran bola de fuego, risastencia y belleza. Sé villana es un homenaje a la creación popular y al folclore, pero también una crítica no exenta de sentido del humor hacia una ciudad que parece seguir dominada por unas lógicas que están fuera de nuestro tiempo.

Con motivo del 25 aniversario de la celebración del infame 1992, María Cañas desvela en Expo Lío’92 lo que de aquellos eventos nunca se contó en clave de videoguerrilla. Ritmo de cumbia para sacudir las mentes de aquellos que aún hoy sostienen el discurso de sometimiento y statu quo.

El segundo ámbito aborda el tema del feminismo y la situación de la mujer en el mundo actual. Dentro de las diferentes corrientes que han sacudido los feminismos desde los años sesenta en sus diferentes oleadas, si hay alguna línea teórica cuyo trabajo se pueda acercar a la imagen que proyectan los trabajos de María Cañas sobre las mujeres, estaríamos más cerca de los textos de Rossi Braidotti, Donna Haraway, Paul B. Preciado o Remedios Zafra, que de esos otros feminismos de primera y segunda ola, que no concebían cuestiones como la performatividad del género, la mutabilidad de las identidades o el nomadismo posthumano.

Si teóricas feministas como Monique Wittig pusieron en jaque la propia idea de feminismo en trabajos como El pensamiento heterosexual, en el que llegaba a afirmar las lesbianas no somos mujeres, en esta sala, María Cañas quiere contradecir el orden mundial y afirmar sin ningún reparo y con mucho orgullo, Dios es una mujer, pintada en torno a la que se presentan una serie de trabajos en los que se pone de manifiesto esta deriva nómada sobre la idea y noción de mujer, así como la cruda realidad a la que las mujeres se ven sometidas.

La cosa nuestra y La cosa vuestra, son dos videoguerrillas o videomaquias que casi se pueden entender como caras A y B de una casete sobre el fenómeno de la puesta en escena del dominio masculino en la fiesta popular de la tauromaquia, extrapolable a las maneras en las que ciertos hombres siguen entendiendo su rol en el mundo.

La cosa nuestra es un viaje delirante hacia el fenómeno de la relación entre los hombres y la especie bovina en la que confluyen referencias a la España Negra de Solana o al devenir animal de Bataille, mientras La cosa vuestra es un canto a la autodefensa feminista, una herramienta de risastencia ante la violencia de género y contra los animales.

En esta sala el espectador también podrá ver NO NI NÁ, obra producida por TEA y que se muestra por primera vez. En ella, se aborda desde la risastencia como los glocalismos todo lo igual.

En una tercera sala la artista descubre sus trabajos y reflexiones sobre el uso y abuso de las nuevas tecnologías así como sobre la religión del selfie. En un contexto cada vez más complejo  respecto a la influencia tentacular que las tecnologías tienen en nuestra vida diaria cada vez nos queda más lejos aquella idea de la red libre, de las nuevas tecnologías como herramientas y modos de emancipación y conexión, pues hemos entrado en un infinito bucle de followers y likes donde el contacto real ha pasado a un segundo plano.

Conocedora de los oscuros pasadizos de Internet, el trabajo de María Cañas se mueve en este juego doble de fascinación y animadversión, haciendo que de esa contradicción que habita en cada uno de nosotros lleguen a producirse dioses y monstruos, ídolos y villanos. Tecnopatías, demencia digital, obsolescencia programada, poshumanismo y chatarra electrónica, son algunos de los elementos en torno a los que pivota La mano que trina, una sátira sobre cómo los smartphones, tablets y ordenadores están terminando con la poca capacidad crítica de un ser humano ahogado en un mar de datos. Más información y más transparencia, como ecuación cuyo resultado real es menos poder crítico y un mayor dominio de las megacorporaciones dominadas por el lucro salvaje y voraz del ultracapitalismo de nuestro siglo.

La utopía de un mundo conectado como en la premonitoria película de Fassbinder a veces provoca monstruos, de ahí que en Padre no nuestro (pieza producida por TEA junto a LABoral de Gijón), María Cañas siga descubriendo el lado oculto de esa idolatría tecnológica en una pieza compleja y oscura que nos advierte de la toxicidad de la red y la necesidad de contraprogramarnos en un mundo donde la tecnología dominante sea sustituida por un pensamiento crítico compartido y común.

El cuatro ámbito es un laboratorio en el que se trabaja sobre la apropiación y la remezcla de las imágenes. El 8 de Septiembre de 2017 se presentaba en Sevilla, El ojo que proyectaba mujeres, cartel realizado por María Cañas para el Festival de Sevilla de Cine Europeo (SEFF), un símbolo en propias palabras de la artista «del espíritu incandescente del cine en resistencia, una mirada en continua reinvención, en forma de parto ocular en el que una heroína resurge del celuloide en llamas, cual ave fénix. Un homenaje al arte pulp, tan cercano a mi adorado cine de serie B».

El poder de circulación de las imágenes en nuestro tiempo hizo que al día siguiente las redes comenzaran a acusarla de plagio, ya que la imagen usada fue una versión rescatada del dibujante norteamericano Walter Popp, que ilustró una portada de 1954 de la revista pulp norteamericana Fantastic Story. Si desde los inicios de su trabajo María Cañas había venido trabajando con fragmentos de otras piezas como todos los seguidores del cine found-footage, y si ya en sus videoguerrillas se estaba hablando de cuestiones como la propiedad de las imágenes y la resignificación de las mismas en nuevo orden de relato, resultaba increíble la polémica suscitada en torno a dicho cartel.

El linchamiento público al que se vio sometida, incluidos insultos, injurias y amenazas, solo sirvieron para fortalecer un debate que ya estaba presente en muchas de las obras de María Cañas. De toda esta situación da cuenta la publicación Historia de un cartel, publicada por la editorial Los Doscientos, coordinada por Rafael Doctor.

La idea de lo común frente a la propiedad intelectual, la de la resignificación, la remezcla, el sampler y el hackeo, así como todas aquellas que tenían que ver con ese scratcheo visual que estaba presente en el arte desde los collages dadaístas, las propias obras pop o las de la corriente apropiacionista de autores como Sherrie Levine, Jack Goldstein, Richard Prince o Cindy Sherman, entre otros. De esta manera, esta sala se propone como un anarchivo apropiacionista, un espacio de documentación sobre esta corriente y un laboratorio de experimentación sobre los propios procesos de deriva iconográfica.

En el quinto espacio María Cañas descubre sus reflexiones sobre el medio cinematográfico. En su afán por ir más allá, por llegar al Sin fin de Val del Omar, la pasión que María Cañas tiene por el cine experimental, marginal y bizarro, es similar a la que produce la cultura de masas, el folclore, lo popular y el propio cine comercial. En la genealogía de los seguidores del found footage iniciado por Bruce Conner, las investigaciones fílmicas que plantea en las piezas presentes en esta sala tienen que ver con los propios desbordamientos del medio cinematográfico, con esa adicción a la imagen proyectada que vemos en Arrebato y con el propio devenir de la imagen en movimiento en un mundo cada vez más saturado de imágenes.

Desmontando para montar, apropiándose de fragmentos de las obras de otros para producir nuevos relatos, María Cañas compone en esta sala de cine un hipnótico collage visual con trabajos como Kiss the fire, una reflexión sobre el amor, el desamor y la caída al vacío de la pasión, Kiss the murder, un retablo contemporáneo en el que el amor aparece como el asesino supremo, Campo de sueños, un trabajo sobre el propio cine como mecanismo para producir terror o Risas en la oscuridad, un aquelarre fílmico protagonizado por esas mujeres libres que habitan entre capas de celuloide machista.

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