Olga Cerpa y Mestisay encienden San Juan


Patricia de Pablo  //

La intérprete isleña y su grupo ofrecen a la ciudad un apabullante concierto lleno de sonidos étnicos, músicos de distintas nacionalidades y ritmos del mundo en una noche llena de complicidades con el multitudinario público que asiste a su concierto en Las Canteras.

Cinco minutos después de cumplirse las diez y media de la noche miles de personas esperaban delante del escenario levantado por el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria delante de la Plaza de Saulo Torón a que comenzasen a sonar los primeros acordes de las canciones de Jallos, el último trabajo discográfico de Mestisay, que se estrenaba en la ciudad en las fiestas capitalinas rodeado de una pléyade de músicos de diferentes nacionalidades.

Se anunciaba una primera parte de un concierto doble, partido por el disparo de foguetería desde la plaza de la Puntilla a medianoche. Familias con tuperwares y refrescos, seguidores del grupo venidos desde distintos lugares de la isla o simples curiosos que esperaban los fuegos recibieron con alborozo las primeras notas y la voz de Olga, que comenzaba a acariciar la arena de la playa.

Una bellísima canción, Darte luz, versión sobre la de la chilena Elízabeth Morris, daba paso a jallos, la canción que da título al disco, prohijando a los primeros invitados, el vitalista y creativo guitarrista de Guinea Bissau Manecas Costa y los senegaleses Babou Konate en el balafón –un primitivo xilófono- , Malle Sarr en la kora y Abas Ndiaye en un tambor africano. Mezclados con los timples de Hirahi Afonso y el majorero Althay Páez hacían natural aquella fusión de colores y timbres mientras el público comenzaba a corear estribillos.

La Rosa de los vientos puso a cantar a miles de gargantas y, a pesar del ruido de una multitud que llenaba la playa y el paseo, Olga cantó “Luna”, una hermosa balada de desamor, con una entrega vocal que resonó hasta la Barra. A ritmo de swing contagió al respetable con una décimas donde “el porte se lo da una” y volvió a recoger velas y susurrar intimidades con una versión bellísima de la popular “La perla” entre un manto de acordes creado para tres guitarras.

De ahí saltaba para ofrecer canciones seguidas con palmas y cantadas para un público ya entregado como Niña Candela o En Busca de Valentina. Y preparaba al respetable para recibir los fuegos con los sones caribeños del “Son del Perola”, dedicado al famoso bochinche agaetense y glosado en su melodía por el tres tocado por el cubano Yoriell Carmona, una popularísima “Esa musiquita” y con uno de los hallazgos de la noche, “Por el Norte”, cantada a pulmón por la multitud, donde se comenzaba a revelar el trallazo de potente sonido que inundaría la playa después de los fuegos.

Soltados estos, a la profesionalidad de la banda de Mestisay se les unirían tres tambores de candombe uruguayos venidos desde Montevideo que fueron un regalo de energía y fuerza escénica en la noche sanjuanera y que aportaron la conexión afroamericana al concierto. Y con ellos sonaron candombes tan conocidos como el doña Soledad y el famoso “La llamada”, bailados por el respetable como si estuvieran en el carnaval montevideano y canciones del repertorio histórico del grupo canario como la pegadiza “Atocha, 53”. Todo ello aderezado con los sonidos de una potente sección de metales y la participación de acordeón, guitarra africana, sonidos senegaleses y cubanos.

Una potentísima ola sonora que Olga manejaba con una maestría y una soltura escénica envidiables, haciendo que en su privilegiada garganta resonaran todos esos mimbres y esos puertos que Mestisay había convocado para celebrar con sus con ciudadanos la noche del patrón de la ciudad. Una noche que se cerró cantando el Sangueo entre miles de gargantas y con una batucada que se sumó a la fiesta para ofrecer tambores a San Juan.

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