Buenaventura, “No soy humano para contar cuentos, sino que cuento cuentos para ser humano”


  • El cuentero colombiano participa el día 28 de abril en el teatro Guiniguada en el Festival de Narración Oral ‘Solopalabra’

El actor, escritor, guionista, cineasta y narrador colombiano Nicolás Buenaventura es uno de los cuentistas extranjeros que participa en el Festival de Narración Oral ‘Solopalabra’ que impulsa la Biblioteca Insular de Gran Canaria hasta el día 1 de mayo. El día 28 de abril, en el teatro Guiniguada, el también director en el Teatro Experimental de Cali (TEC) durante siete años, ofrece en la sección ‘Otros acentos’, una sesión titulada ‘La dicha de la palabra dicha’, en la que nos propone la oportunidad de escuchar historias articuladas con palabras lejanas.

Se trata de un estreno en el que incluirá cuentos preparados durante la pandemia y otros antiguos. En su intervención demostrará que detrás de cada palabra existen por lo menos dos historias.

Cuentista desde 1988, Buenaventura vive en París y se ha convertido en un referente de la narración oral en Iberoamérica y en Europa.  Les guste definirse como un ‘cuentero’ porque lo de narrador oral le resulta pretencioso. “Las denominaciones siempre dependen de los otros, que son los que ponen nombre al oficio. Por mí sería cuentero. No saber me permite contar cada cuento como algo nuevo porque no hay nada aprendido. La urgencia vital de contar historias es lo que me permite ser. No soy humano para contar cuentos, sino que cuento cuentos para ser humano”, explica el narrador colombiano.

“El cuento es una forma teatral que tiene características bien singulares que se resiste a la tentación de representar”, explica Buenaventura, cuyo padre estuvo en varias ocasiones participando en la isla en el Festival de Narración Oral del Sur. Deudor de la obra de García Márquez y de su obra cumbre, ‘Cien años de soledad’, el cuentero asegura que en sus historias “no existe una influencia literaria directa. La poesía es para mí algo fundamental. Deberíamos leer un poema diario, igual que nos lavamos los dientes, porque nos preserva de tantas mentiras, asonancias y ruidos. Regreso siempre a César Vallejo, admiro a Wislawa Szymborska, Neruda, Antonio Machado, Miguel Hernández, Rosalía de Castro, Arcipreste de Hita, Góngora, Quevedo… la música del idioma que se llama”.

“Mi inspiración no obstante está en la tradición oral como punto de partida, en los mitos de los pueblos amerindios, en los relatos que llegaron de África a la costa del pacífico colombiano. Esas dos tradiciones son la fuente fundamental, que cuento desde el presente”, añade. Escenarios de Burkina Faso, Malí, Croacia, Perú… han disfrutado del arte de Buenaventura. “Cada público es distinto porque construye la función desde distintos imaginarios. Alguien que es capaz de escuchar una historia se apropia de ella en un espacio compartido donde el cuento ocurre. Me parecen importantes las diferencias. En Canarias me siento como en Cali con un tipo de relación que pasa por el tacto”, admite.

Sobre los soportes que algunos cuentistas han empleado durante la pandemia, Nicolás Buenaventura tiene sus dudas. “No puedo contarle cuentos a una cámara que me filma. Necesito la presencia del público. Virtualmente es muy complicado construir los silencios con el público”, añade.

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