La huelga en la Orquesta Filarmónica: motivos y realidades


Guillermo García Alcalde  //

El comité de empresa de la Orquesta Filarmónica de Gran Canaria ha anunciado una huelga que implica la cancelación de cuatro de los conciertos programados en septiembre y octubre. El presidente del Cabildo de Gran Canaria ha reconocido el derecho de huelga, pero se reserva las decisiones que competen a su autoridad y afirma que no hay nada que negociar. Es una actitud tan firme como necesaria. Los motivos del paro anunciado son la disconformidad con el contrato suscrito por la Fundación de la Orquesta con una joven violinista grancanaria y la exigencia de despido del actual gerente: dos pretensiones que cuestionan las competencias patronales del Cabildo, cuyo presupuesto anual reserva siete millones de euros al mantenimiento del ente orquestal y servicios relacionados. Una suma no alterada por la corporación actual ni la precedente, pese a los ajustes que la crisis económica ha impuesto en muchos otros segmentos de actividad cultural y en la casi totalidad de las orquestas sinfónicas españolas. La Filarmónica insular ha conservado hasta ahora el estatus de obra predilecta del Cabildo, merecido en muchos aspectos pero no por suplantar las funciones que corresponden al ente patronal.

Cesación del objeto

Los instrumentistas que la forman no son funcionarios, sino personal contratado. No viven del producto de su trabajo, ni probablemente podrían hacerlo al mismo ni a otros niveles, sino de las condiciones económicas que se contratan con la Fundación creada por el Cabildo, a cambio, naturalmente, de unas prestaciones regladas. Son muchas las orquestas del mundo con el mismo régimen y muy pocas las que, por su calidad y contratos, se han ganado la independencia del presupuesto público. Por tanto, los convenios colectivos han de respetar escrupulosamente las competencias no delegables. Si el convenio de la Filarmónica -no suscrito por la corporación vigente- contempla otra cosa, es por tolerancia pasiva de quien lo haya suscrito en el sector público. La huelga significa cesación del objeto fundamental de esta actividad, que es el concierto público en las condiciones artisticas exigibles. Por tanto, parece claro que si ese documento respalda la negación del objetivo básico de la parte empresarial, ha de ser denunciado de inmediato para renegociar condiciones racionales.

Mientras subsista el ahora esgrimido en apoyo de la huelga, la Fundación de la Orquesta también tiene indiscutible derecho al lock-out, el cierre patronal con suspensión general de las condiciones económicas y sociales de los contratos. Porque respetar el derecho de huelga no invalida el derecho patronal cuando aquella afecta al objeto básico, que no es ensayar para no tocar, sino exactamente tocar después de haber ensayado. La honesta y eficiente administración de los recursos publicos exige el estricto cumplimiento de las responsabilidades inherentes al derecho de cada parte. La autogestión es buena cuando asume el riesgo económico, no por dejaciones de una de las partes.

Acoso a una violinista

En cuanto a los motivos de la huelga, el primero de los esgrimidos es la incorporación a la Orquesta de una trabajadora perfectamente formada como violinista y avezada, tras numerosas sustituciones, a la disciplina del conjunto. Después de haber superado las pruebas exigidas -no a todos, por cierto, y de esto habrá que hablar con nombres y apellidos- la joven violinista ha sido repudiada por algunos en base a un procedimiento que no existía y añadieron a las prerrogativas del comité precisamente para obstruir dicha incorporación. Esta actitud reprobable tiene origen en la hostilidad de una parte de los músicos contra la madre de la violinista, concertino -o líder, en la nomenclatura europea- de la Filarmónica. Con acusaciones de «nepotismo» que las numerosas parentelas de la plantilla no han sufrido hasta ahora, parece desfogarse en la hija la impotente guerra contra la madre. Es un dato a tener en cuenta, pues la Fiscalía competente en las formas de violencia contra la mujer tendría en ello mucha tela que cortar. En este caso es violencia psicológica, tan inaceptable como la física. Por fortuna, el presidente del Cabildo ha tomado la decisiòn más justa, pues no faltaba más que las calidades de los nuevos instrumentistas sean dirimidas en exclusiva por la plantilla, solipsismo abusivo que no se tolera en ninguna -absolutamente ninguna- de las orquestas públicas del mundo.

Guerra al Gerente

El segundo motivo consiste en el rechazo frontal de un Gerente cuyo pecado es cumplir honesta y rigurosamente las directrices patronales. Entre ellas se cuenta la eliminación de las canonjías extrasalariales que han ido acumulando algunos por dejación de patronos precedentes y por la dañina largueza de la Gerencia anterior, más atenta a la eliminación de molestias al director titular, amigo y compañero de estudios, que a la sana y correcta administración de la entidad. El director, pese a todo, ha sido cesado después de doce temporadas al frente, duración que sobrepasa con mucho la costumbre internacional. Fuera o dentro del ámbito propio de la actividad orquestal, esos pluses económicos nacieron como sobresueldos restringidos a la condescendencia de los dirigentes sindicales, otro vicio de funcionamiento que requiere, como al fin se advierte, el estricto control de los responsables del presupuesto que todos nutrimos. No es el profesionalismo el único medio para «saber de música», y la cultura musical del gerente está fuera de duda para quienes saben de su conocimiento y experiencia en la ópera y el concierto, géneros, por cierto, en los que no se dejan ver los instrumentistas partidarios de la huelga, salvo que sean actuantes.

Como político y como persona, el presidente Morales protagoniza una larga trayectoria de gestión cultural -incluida la música- en las corporaciones que han tenido y tienen la suerte de compartir con él las responsabilidades de la administración pública. La amenaza de huelga llega en el momento menos confortable para quienes la promueven, cuyas motivaciones nacen en muchos casos de intereses personales. Los sobresueldos derivados de la docencia en la Academia de la Orquesta no están haciendo cantera, puesto que ningún estudiante se incorpora a la misma. Los de la Joven Orquesta Filarmónica, en la que sí tocan esos muchachos (gratis, claro), no deben fomentar una dirección vitalicia sino alternante, pues son varios los capacitados para ejercerla, como se ha visto recientemente en un programa con tres directores.

Pruebas indispensables

Tan importantes como lo anterior son las señales de retroceso que se advierten en una Orquesta que fue muy buena. Piden a gritos las pruebas de idoneidad individual de los instrumentistas, práctica habitual y periòdica en todas las orquestas serias que aqui no se realiza desde los tiempos del maestro Leaper, hace casi quince años. Por desgracia, la adhesión al grupo sindical convocante de la huelga es el salvoconducto para perpetuarse en el atril los mediocres y los que no estudian en la medida de lo que cobran. Triste circunstancia que explica uno de los porqués de las «mayorias» reivindicativas. Los problemas de la muy querida Filarmònica son bastante más graves que los esgrimidos para presionar al Cabildo con dos exigencias inaceptables. La documentación es copiosísima, y ya tarda demasiado la catarsis que restaure la sensatez institucional.

FUENTE.- La Provincia

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