La cita atlántica del turismo


Michel Jorge Millares  //
Esta semana tiene lugar la 41 edición de la 41 Feria Internacional del Atlántico (23-26 de noviembre). Estamos ante una nueva ocasión para el encuentro y el intercambio de soluciones profesionales para la industria turística, como reza el lema de este evento que está reconocido como feria oficial de Canarias y certificado por el organismo internacional ferial UFI. Una confirmación de su vocación global y atlántica. Hasta aquí, todo es muy profesional y avalado con una experiencia indiscutible, pero además hay un trasfondo social e identitario en esta actividad ferial, la experiencia durante décadas de tener y ofrecer en una gran feria aquello que nos hace un destino con ADN de éxito en diferentes épocas. Por ello en sus principios se celebró aquí Expotur (el antecedente de lo que sería Fitur) y tras una etapa de agonía se produjo el rescate de la Feria tras años extinguiéndose. Pero no sucedió lo peor y se produjo el cambio de rumbo el año pasado, coincidiendo con el 50 aniversario de la inauguración de la Feria del Atlántico.
Y, curiosamente, sucedió un fenómeno poco destacado en la vorágine de cifras y personalidades: la sensación general de que la feria es algo de todos/as. Es parte de lo cotidiano, de la vida isleña.

Con esa naturalidad casi despreocupada, el año pasado cientos de profesionales y expertos impulsaron los contactos, vieron las novedades y las posibilidades de negocio. Encuentro, conexiones múltiples… la mejor respuesta al esfuerzo de cada expositor que se esmera en exhibir y tratar de captar el interés de quienes buscan la calidad, seguridad, garantía, eficiencia para el ahorro… Todo ello en un enorme abanico de empresas de suministros, reformas, modernización y mantenimiento para un pujante sector turístico que trabaja las 24 horas los 365 días del año y encima se expande y mira hacia el futuro. Algo que a fuerza de leerlo y escucharlo repetidamente durante años y décadas, ya no nos llama la atención.

Todo es muy natural gracias a la profesionalidad de un gran número de personas que mantienen la actividad turística en puestos de liderazgo mundial, en una comunidad donde más del 33% del PIB se produce directamente por el sector, con más de un 35% de todos los empleos pendientes del turismo y un porcentaje similar en el total de la recaudación fiscal. Por ello es normal que muchos profesionales del turismo isleños (y deberían ser más si hubiera una orientación adecuada) sean objeto de deseo de otros destinos al trabajar en el sector económico más global y de mayor crecimiento en el mundo.

No se extrañe del éxito de nuestros profesionales. Estamos ante un perfil muy especial de gran movilidad y transversalidad. Una comunidad que además es muy bien avenida y que podemos encontrar con su excelente trato en citas ineludibles, aunque sólo sea para el reencuentro y compartir: las ferias. Unas son escaparates de los cada vez más numerosos destinos y otras, como la Feria Internacional del Atlántico, más profesionales y de contacto directo, para los responsables de que los productos y servicios turísticos compitan en un mercado complejo y transversal, global y cambiante, donde el vértigo del día a día se mezcla con los impactos de múltiples acontecimientos y situaciones en todo el planeta. Por ello, cada vez que finaliza una edición de cada feria se anotan la próxima edición en sus agendas, la del reencuentro y la de compartir, la de la conexión personal que no se pierde y que te obliga a ir, con gusto, a trabajar y no perder el pulso del sector.

Cada feria es un mundo de oportunidades para gentes tan dispares como los médicos de un hospital que atiende a un noruego, un masajista de un spa que cuida el bienestar de un alemán, un patrón que conduce la embarcación para que un grupo de franceses avisten delfines y corran junto a Taurito en motos acuáticas, o los profesionales del turismo activo, del alojativo, del transporte, de las telecomunicaciones, de los suministros, alimentos y bebidas, o el pianista que realiza su peculiar ruta por los hoteles para animar a los clientes mientras disfrutan de una bebida después de una jornada de relajación bajo el sol.

Por ello, esta feria no es una pasarela de trajes típicos ni un folleto animado que te asalta en cada rincón, ni tampoco una interminable excursión de pabellones que parecen un festival étnico o un carnaval dedicado a las culturas del mundo. Esta es la cita para el sector, el encuentro del turismo, inevitable, al que no puedes faltar para conocer, aprender y valorar la labor profesional que hay tras el envoltorio del producto turístico tan exitoso que tenemos.

Un prestigioso y amplio grupo de profesionales que hacen posible el liderazgo del destino turístico en el que también uno de sus atractivos es el de la actividad ferial, incluso el de congresos y convenciones que intenta abrirse paso en un destino en el que el sol y playa ocupa toda la oferta alojativa, pero que ha estado activo en esta isla desde que en 1963 se celebrara el exitoso Congreso Internacional de los Skal Club y que diera el espaldarazo a la creación de la Feria del Atlántico que durante 50 años nos ha contagiado del ambiente ferial que hoy vemos como natural y que ha dado lugar a varias réplicas en toda la geografía insular: ferias en el noroeste, en el sureste, regionales, insulares de vinos, de quesos, de artesanía. Una oferta que otras islas intentan imitar gracias a la experiencia y éxito de nuestra feria, donde tenemos una cita la próxima semana.

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