La celebración de la literatura


Educación y Cultura. Si no nos reconstruimos desde esos cimientos no habrá nave que nos lleve a ningún puerto. No busquen en las patadas a los balones, ni en los debates carentes de sentido común de casi todos los políticos, ni en los extremismos inquisitoriales, ni tampoco esa otra cultura de usar y tirar, la que no conmueve, ni tampoco alienta el espíritu y el pensamiento.

La Palma es una isla ilustrada, una ínsula extraña que siempre ha mirado hacia los postulados de la revolución francesa que iban y venían de América, un lugar de sosiego en donde la palabra es pausada y sabia, como la bruma del tiempo que sube desde el océano hasta los grandes riscales. Desde sus alturas, el cielo deja de ser un galimatías indescifrable. Los físicos te cuentan en el Roque de los Muchachos que solo somos átomos creados en las estrellas, y los escritores nos asomamos entonces al abismo sabiendo que lo que quiera que seamos solo será descifrable desde las palabras que sepan darle algún sentido a ese cielo estrellado e infinito que se asoma en La Palma.

El pasado año viví durante unos días una fiesta de la palabra, la amistad y el aprendizaje en Los Llanos de Aridane. Aprendimos de la gente de La Palma que se puede seguir soñando con la cultura y que, cuando se aviva el interés, los actos se llenan de público y los centros escolares reciben a quienes escriben queriendo saber más y tratando de buscar mucho más allá de los libros, que es donde realmente habita el misterio de ese universo del que venía hablando y, de alguna manera, también el enigma de la propia condición humana.

Tengo la suerte de volver a participar en la nueva edición del Festival Hispanoamericano de Escritores de Los Llanos de Aridane. Lo tenía marcado en mi agenda desde principio de año para asistir como oyente, para continuar aprendiendo, para tratar de escribir un poco mejor cada día, y para seguir leyendo libros que aparecen siempre cuando son necesarios; pero que se esconden cuando uno se aleja de esa búsqueda alquímica que nos lleva y nos trae como una corriente interminable desde el principio de los tiempos. Tengo la suerte de que me han vuelto a invitar como ponente. Trataré de contar todo lo que he aprendido, por qué escribo, por qué leo y por qué sigo empeñado en creer solamente en la educación y en la cultura, y en esa libertad creativa y de pensamiento que nos convierte en seres libres que, además, no dejan nunca de buscar la felicidad en cada gesto y en cada paso del camino. Pero, sobre todo, iré al Festival para seguir buscando esa dicha de vivir trazando horizontes que no terminen nunca en ninguna parte. La isla es una fiesta de la palabra durante una semana al año, y uno ya está deseando caminar por las calles de Los Llanos para dejarse llevar por esa corriente de vida, felicidad y literatura que se instala en La Palma en los días de septiembre.

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*Publicado en en Canarias7.es
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