La ofrenda de la Isla a la Patrona

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Santiago García Ramos.  Periodista-Pregonero 1993.  Hijo Adoptivo de Teror

(Responsabilidades ineludibles)       

            Un año más llegan las fiestas de la Patrona Ntra. Sra. del pino, y un año más nos preocupa y nos ocupa mucho el fondo y la forma –o sea, la coherencia entre el motivo y los modos- de nuestra fiesta mayor; más concretamente la Romería.

            Un símil razonable nos dará idea de la complejidad desencadenada por tal manifestación: Imaginemos un enorme río cuyos numerosos afluentes avanzan trabajosamente, barrancos arriba, para desembocar a la misma hora en un punto concreto de las medianías. Efectivamente, todos los caminos llevan a Teror, y su punto final es la Basílica del Pino. Pero allí, ante una gran expectación, ha de realizarse la Ofrenda, escenificada en un espectáculo ordenado ameno, ágil y elegante.

            El fenómeno, que nació y fue creciendo a través de los siglos como un clamor espontáneo y llegó al siglo XX con el calor humano de las grandes aglomeraciones, es natural que sea canalizado por las instituciones civiles: Ayuntamientos y Cabildo Insular. Esta intervención debe una respuesta adecuada y proporcionada a la demanda que requiere el natural desarrollo del sentimiento popular. Los organismos oficiales han de estar persuadidos de que su función no debe en ningún momento sobrepasar el ejercicio del Principio de Subsidiariedad.

            Ante la imposibilidad de abocetar siquiera el desarrollo de esa actuación en un espacio tan limitado, nos proponemos explicar este criterio en uno o dos artículos de prensa que, D. m., publicaremos estos días. Ahora me limitaré a reproducir dos documentos: Uno, el acta del Patronato que el Cabildo Insular fundó para las Fiestas del Pino; Otro, un testimonio de autoridad sobre las esencias de lo que debía ser la Romería.

            “En la Ciudad de Las Palmas de Gran Canaria, a primero de febrero de mil novecientos cincuenta y dos, se reunieron en el Salón de Actos de la Excma. Corporación insular, bajo la Presidencia del Iltmo. Sr. Don Matías Vega, los Sres. Consejeros anotados al margen para celebrar la sesión ordinaria convocada por decreto presidencial de veintiséis de enero último (…)

            Disposiciones oficiales

Patronato de las fiestas del Pino

            A continuación el Sr. Presidente explana una moción proponiendo que el Cabildo asuma la protección y fomento de las fiestas patronales de Ntra. Sra. del Pino como las más representativas de las que se celebran en Gran Canaria y que al efecto se cree un Patronato presidido por el Sr. Alcalde de Teror y que estará integrado por un Concejal de aquel Ayuntamiento, un representante del Cabildo Insular y un elemento conocedor de las distintas modalidades populares de la Isla e invitando al Rvdo. Sr. Cura Párroco de Teror, a que forme parte de dicho Patronato. Se aprueba por unanimidad”.

            Este breve documento, prácticamente desconocido, puso las bases escuetas sobre la responsabilidad que asume el Cabildo Insular en las Fiestas del Pino. No es más –ni menos- que una declaración de buenas intenciones, que a trancas y barrancas ha venido cumpliendo la Corporación sin la guía concreta del inexistente o al menos inoperante Patronato formal.

            El segundo documento es un texto publicado tres años después por un prestigioso “arqueólogo y folklorista”, que bien pudiera servir de orientación para la debida restauración  y puesta en marcha de dicho Patronato:

            “El plausible patronazgo del Excmo. Cabildo Insular de Gran Canaria sobre el llamado `Día de la Ofrenda´, a base de desfile de comisiones y conjuntos típicos de cada pueblo, con ofrendas de los productos y aires de la tierra, ha permitido revalorizar los festejos populares, proporcionando una cierta unidad dentro de la variedad de motivos típicos y folklóricos de la Isla

            En esa bella fiesta del “Día de la Ofrenda”, que precede al día de la Virgen, debe tenerse siempre en cuenta que la romería, como expresión de lo popular, ha de ser una viva y pujante manifestación de la secular tradición, con el calor y ritmo, canción y música, emoción y devoción, fe y liturgia que les son propios. En la romería, y, de manera particular en la fiesta del día de la ofrenda, ha de conjugarse y amalgamarse todos esos factores citados y que se polarizan en rito externo y de color en un incesante y vistoso desfile de amor y devoción del pueblo canario a su Patrona. Si ese desfile quiere representar la Isla es rigurosamente necesario que en él tengan presencia las más puras y bellas tradiciones insulares, apartando siempre todo espectacular snobismo y todo brote que no ajustándose a la tradición y al folklore desvirtúe lo ancestral y vernáculo en su bello desorden y natural expresión, ya que la romería y desfile del día de la ofrenda no puede ser sino tradición misma, debidamente encauzada, con un acusado fondo religioso y popular. Como tal ha de ser un rosario de plegarias y un real exponente del sentir, del hacer, del querer y del pensar del pueblo sano, con todo el aroma y la poesía del pasado y con todos los atractivos de los pueblos de tierra adentro.” (Sebastián Jiménez Sánchez. Sucinta historia de la devoción del pueblo canario a Nuestra Señora del Pino, Patrona de Gran Canaria. Tip. Alzola, Las Palmas de Gran Canaria, 1955. Pág. 102)