La encrucijada turística de África


Michel Jorge Millares  //
En Las Palmas de Gran Canaria está la sede de Casa África, una institución que debería multiplicarse en cada una de las ‘potencias’ europeas que todavía mantienen los tópicos de que los africanos y en su conjunto el continente está conformado por ‘pueblos inferiores’. Aprovecho que esta institución acaba de presentar hace unas semanas el libro de Roberto Ceamanos ‘El reparto de África. De la Conferencia de Berlín a los conflictos actuales’ para realizar una disquisición sobre el turismo en dicho continente. Una realidad de múltiples contrastes y contradicciones, como la presencia de productos que contrastan con las tendencias europeas de defensa de la naturaleza, mientras los magnates y monarcas acuden a costosos safaris para matar leones, elefantes y otras especies, algo propio de la época de la citada Conferencia (15 de noviembre de 1884, al 26 de febrero de 1885) en la que se habló por primera vez del ‘espacio vital’ de los países europeos por Friedrich Ratzel que tanto impacto (trágico) tuvo entre los nazis.
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Y es que África no nos es tan extraño ni lejano. Mi padre siempre decía -desde su visión de la primera mitad del siglo XX- que los canarios somos “europeos que nacemos en África y emigramos a América”, o una versión similar que señalaba que el canario tiene “el cerebro en Europa, los pies en África y el corazón en América”. O la visión académica del profesor Víctor Morales Lezcano: «Para Canarias, Europa es una evidencia; América una nostalgia; y África, un imperativo«. A todo ello, le da una vuelta de realidad el que fuera eurodiputado socialista, Manuel Medina, quien responde que “A América hace tiempo que dejamos de emigrar los canarios porque allí nos tratan bastante mal. África es un continente imposible, totalmente hostil para el canario por su condición de europeo. Solo nos queda Europa que es de donde vivimos y donde todavía podemos sentirnos en casa. Me temo que el resto es literatura y retórica de la que suelen usar y abusar los políticos”.

Lo cierto es que durante siglos hemos vivido al lado y a espaldas o escondidas de los vecinos africanos. Numerosas incursiones de lado a lado para capturar esclavos o exigir rescates. Cabalgadas desde la torre de Santa Cruz de la Mar Pequeña (Ifni en el s. XV) en las costas moras o ataques berberiscos a las islas… Y luego los periodos de expansión colonial europea que coincidían con los de la decadencia o estertores del colonialismo español del que Canarias es heredera (el primer bastión colonial y -si no me equivoco- de los más veteranos en el mundo).

Pero ese distanciamiento no fue siempre así. Durante casi todo el siglo XX, las relaciones comerciales de Canarias con África fueron intensas, las latas de galletas Tamarán eran parte del equipaje de las caravanas que cruzaban el desierto y el desarrollo económico del Sahara, sus fosfatos, su comercio, la explotación del banco pesquero canario-sahariano… supusieron un importante crecimiento económico que también se vio acompañado por el desarrollo turístico en la zona, con guías y ofertas que incluían las Islas Canarias y los enclaves coloniales españoles en la costa noroccidental africana. De ahí el surgimiento en 1966 de la Feria del Atlántico, como escaparate para abrir la producción española a los países africanos recientemente descolonizados, según las previsiones (no tan exitosas como se esperaba) del Instituto Nacional de Industria.

Pero, los procesos descolonizadores también han dado un resultado descorazonador. Muchos países viven inmersos en crisis, conflictos de territorios e intereses (más de las multinacionales que fomentan esos conflictos para controlar las materias primas) que tuvieron sus orígenes en aquel reparto territorial que dibujaron con trazos rectilíneos en Berlín con el objeto de repartirse el continente y no de ordenarlo. De ahí viene la hostilidad que, con las crisis migratorias, no hace más que reafirmarse dado el trato que sufren los descendientes de los nativos de aquellos territorios esquilmados por las potencias coloniales, sin olvidar episodios sangrantes como el del Congo Belga y la labor ‘civilizadora’ del sanguinario rey Leopoldo II.

De todos modos, el turismo en África es de los de mayor crecimiento porcentual en el mundo, según los datos de la Organización Mundial del Turismo y sus previsiones para los próximos lustros. Con aumentos en torno al 7% hasta el 2030, pero que podrían ser superiores de no ser por los problemas graves que ahuyentan a numerosos potenciales visitantes: guerras y conflictos militares sin resolver, dramas de refugiados, hambrunas, subdesarrollo y falta de infraestructuras, corrupción (aunque no es que estemos para dar ejemplo en este tema), enfermedades endémicas: sida, ébola, malaria…, mala conectividad e infraestructuras y la herencia colonial devastadora.

Indígenas encadenados en el Congo Belga.

A todo ello, se suma desde hace unos años el terrorismo de organizaciones fundamentalistas que han provocado un descenso en la llegada de turistas en el último lustro en torno a un 3,3% arrastrado por la caída del turismo en  la zona de África del Norte (que sólo son cuatro países) con un -11,7%, con el problema de que estas cifras siguen cayendo, al igual que los ingresos por turismo, llevando a la que fuera boyante zona mediterránea africana a situarse como la región con la menor cuota de mercado turístico del planeta. Por su parte, en el África Subsahariana (48 países) es casi inapreciable el aumento del turismo.

El resultado es que de los destinos más importantes en África son: Marruecos, Suráfrica y Túnez, seguidos por Argelia, Botswana y Zimbawe. Hay siete países que no tienen ni datos de turismo (Gabón, Guinea Ecuatorial, Liberia, Mauritania, República Centroafricana, Santo Tomé y Príncipe, Burundi, Eritrea y Somalia), así como hay un grupo de países que supera el millón anual de turistas (Uganda, RU de Tanzania, Namibia, Mozambique, Mauricio, Kenia y Ghana), mientras otros países viven una tímida actividad turística o una franca decadencia, como es el caso de Burkina Faso, Angola, Gambia, Guinea Bissau, Leshoto, Reunión, Sierra Leona o Togo. Egipto está situado por la OMT entre los países de Oriente Medio.

Esta organización internacional considera que África vuelve gradualmente a la senda del crecimiento. Para la OMT la disminución en un 3% de la llegada de turistas internacionales al contiente en un 3% “debido a los problemas de salud pública y de seguridad que ha sufrido la región”. Unas cifras que no recogen la imagen que el continente africano tiene para los turistas en el mundo.

Pero bueno, ahí estamos los canarios para impulsar el turismo en países africanos, gracias a la iniciativa de empresas como Binter Canarias, capaz de crear una completa conectividad macaronésica y noroccidental africana con vuelos a Madeira, Cabo Verde (Praia y Sal), Portugal (Lisboa), Gambia (Banjul), Senegal (Dakar), Marruecos (Agadir, Marrakech, Casablanca), Azores y El Aaiun (Sáhara Occidental)

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