Maese Pérez, el señor Scrooge español, que también vuelve a vivir en Navidad

LITERATURA BÉCQUER | 18 de diciembre de 2015

Uno de los participantes en la lectura teatralizada de 'Maese Pérez, el organista', obra creada por Gustavo Adolfo Bécquer en 1861, que esta noche ha vuelto a representarse en el mismo lugar donde Bécquer la escribió, en el convento de Santa Inés, en Sevilla. EFE

Sevilla, 18 dic (EFE).- Igual que Charles Dickens creó en 1843 un fantasma literario ya universal, Ebenezer Scrooge, la literatura española tiene el suyo, 'Maese Pérez, el organista', que dio nombre a la obra publicada en 1861 por Gustavo Adolfo Bécquer, un espectro que esta noche ha vuelto a la vida donde, precisamente, nació.

Una resurrección de la que se han encargado, por cuarto año consecutivo, un grupo de amantes de la literatura, la cultura y de Bécquer por igual, amparados por entidades como "Con los Bécquer en Sevilla", "Noches del Baratillo" y "Busilis Escritores", que se han unido para que el organista vuelva a la vida donde Bécquer lo imaginó, en el mismo convento de Santa Inés de Sevilla.

Las naves del recinto se han llenado para rendir homenaje a los aniversarios del nacimiento de Valeriano Bécquer (15 de diciembre de 1833) y del fallecimiento de su hermano Gustavo Adolfo (22 de diciembre de 1870).

Esta noche se ha revivido la leyenda que, por primera vez, vio la luz en el periódico madrileño "El Contemporáneo" en 1862, rememorando la vida -más bien la muerte- de aquel anciano ciego de nacimiento de 76 años y poseedor de un don especial para tocar el órgano.

Lo que esta noche se ha revivido en poco más de una hora es el resumen de la obra, que se desarrolla durante tres nochebuenas, y narra cómo al llegar el 24 de diciembre todo el mundo esperaba impaciente a que Maese Pérez apareciera para que la misa comenzara por fin.

Sin embargo, el organista falleció esa misma noche, y al tercer año, cuando la que debía tocar el órgano era la hija de Maese Pérez, fue cuando se obró el prodigio de hacer que el órgano tocase solo, con una maestría que hacía que los oídos de todo el público presente en la misa reconociesen de inmediato el toque preciso del Maese a las teclas.

Esta noche, el maese ha sido un jovencísimo graduado llamado Manuel Bobis, que ha acompañado a las voces que, desde el alta mayor del convento, han narrado una leyenda que, no por ser conocida, deja de hacer cada año que se llene el convento.

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