Una deuda cultural importante

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En el trasiego histórico de vencedores y vencidos, donde más que la generosidad ha imperado la humillación y la intolerancia, a los pueblos se les ha conminado a la ceguera en cuanto a la construcción de su legado cultural. No es extraño que la defensa de la pureza en patrimonios culturales basados en disquisiciones ideológicas haya negado mucho tiempo la realidad: La construcción cultural es puro mestizaje y al contrario de sus dirigentes, los pueblos saben quedarse con aquello que más valoran de otras culturas por encima de diferencias de pensamiento o creencias. Así ocurrió clamorosamente en los tiempos en que Roma dominaba políticamente Grecia, pero se dejó seducir plenamente por su cultura.

En el trasiego histórico de vencedores y vencidos, donde más que la generosidad ha imperado la humillación y la intolerancia, a los pueblos se les ha conminado a la ceguera en cuanto a la construcción de su legado cultural. No es extraño que la defensa de la pureza en patrimonios culturales basados en disquisiciones ideológicas haya negado mucho tiempo la realidad: La construcción cultural es puro mestizaje y al contrario de sus dirigentes, los pueblos saben quedarse con aquello que más valoran de otras culturas por encima de diferencias de pensamiento o creencias. Así ocurrió clamorosamente en los tiempos en que Roma dominaba políticamente Grecia, pero se dejó seducir plenamente por su cultura.

Y así ocurrió en España tras siete siglos de presencia árabe. Al reescribirse la historia con renglones derechos es bastante aceptado, en contra de los integristas de turno, cómo en gran medida hubo tolerancia entre árabes, judíos y cristianos, hasta que Isabel y Fernando, no contentos con acabar con el último reino árabe en la península ibérica, decretaron su expulsión. Sin embargo, los valores culturales que enriquecieron a toda la península, y de paso, gran parte de Europa, han quedado de manera natural incorporados al background español.

¿Que se le debe a los árabes? Indudablemente en el lenguaje, multitud de palabras de uso común y que la mayoría se inician por el artículo al, como alacena, almohada, alambique, alcohol, etc. Una palabra tan "española" como olé, se considera variante de Alá, como expresión de algo importante o bien hecho. La numeración actual, procedente de la India, fue introducida en occidente por ellos, y las palabras cifra o cero, son de origen árabe. La famosa madrasa o universidad islámica, creada en el siglo XI, fue el embrión de las universidades europeas, la primera de ellas establecida en Málaga, o la de Zaragoza, dedicada a la medicina. Precisamente en esta rama del saber destacaron notoriamente con grandes avances médicos gracias a Avicena o el andalusí Averroes que recuperó el pensamiento aristotélico.

En otro orden de cosas, difundieron la brújula y el astrolabio, fundamentales para los viajes náuticos. Fueron pioneros en la utilización de presas e inventaron la noria. En arquitectura es evidente el magnífico legado que ha llegado a nuestro tiempo, sí como su enorme influjo en el arte cerámico, y en especial la fabricación de vidrio que consiguieron monopolizar desde sus talleres de la isla italiana de Murano. 

En materia de ocio, trajeron el juego del ajedrez, cuyo origen se pierde en la India. En agricultura introdujeron plantas tropicales en la costa mediterránea y otros cultivos como el arroz, el algodón, los espárragos, las alcachofas, al igual que las berenjenas -un auténtico manjar- que se ofrecían en las grandes reuniones, de ahí la palabra "berenjenal". Frutas como el melón y la sandía, forman parte de su legado, como el popular arroz con leche, y los famosos turrones, basados en sus dulces de almendra y miel. Y entre otras cosas, a ellos se debe que el azúcar se empezara a tomar cristalizada, cuando anteriormente solo se la conocía como jarabe.