CARNAVAL

José Orive | 25 de febrero de 2015

Una de las celebraciones más antiguas que aún perdura en el calendario festivo de la humanidad.

Canarias.- El Carnaval es una de las celebraciones más antiguas que aún perdura en el calendario festivo de la humanidad. Su origen pagano se pierde en la noche de los tiempos y ha sido transmitido con pocas variantes a través de generaciones. Prácticamente no hay cultura o civilización que no la haya contemplado, adaptándola a su imaginería particular, buceando en su identidad para reconocerse en sí misma. Ha resistido represiones, prohibiciones y adulteraciones, porque está en la misma esencia del ser humano: su afición a divertirse –no solo en el sentido de festejar sino también de “verterse” o convertirse en otro (disfrazarse), y en eso se emparenta con el teatro- y a transgredir los cánones sociales impuestos. En determinada fecha del año, se permite desatar las pasiones, enmascararse u ocultar el rostro, mezclarse con personajes de alcurnia o poderosos, imitarlos, ser iguales a e ellos y hasta tenerlos como objeto de burla.

En otros tiempos, más o menos lejanos en el tiempo, era el momento ideal de poder criticar o expresarse libremente ante la falta de otros cauces, y también la válvula de escape liberadora de males mayores.

Pero hasta en esa transgresión de las “buenas costumbres”, hay una convención, un pacto tácito. Todo ha de volver a su lugar una vez transcurrido ese permisivo periodo licencioso que se escenifica con el fuego que lo purifica todo. El ciclo muerte-resurrección se reanuda.

Sin embargo, como muchas festividades vinculadas a la cultura tradicional, también la llamada industria cultural ha impregnado  de su mecánica consumista a este evento. Incluso aquellos, cuyo origen responde a la idiosincrasia de una colectividad. El carnaval es un reclamo turístico que moviliza masas por los medios establecidos de antemano. Ya no solo se trata de serializar la producción mercancías (disfraces, maquillaje, instrumentos, etc) que facilite el mayor acceso posible al disfrute -.aunque se estandarice-  en detrimento del trabajo artesanal, la programación oficialista u oficializada de actos, su supeditación a los intereses de marketing, promoción turística o publicitaria de los patrocinadores, es decir, romper con una de sus características que lo definen, la espontaneidad. O mejor, espontaneidad pero dentro de un orden.

Al final se convierte en un acto social que devora aquello mismo que provoca, perdiendo su significado transgresor. Un escaparate donde hay que competir mostrándose más original que otro –aunque sea copiando modelos originales- para justificar que es una industria montada para vender. Como en los grandes eventos deportivos, ya es difícil saber si el marketing  está para apoyar económicamente el evento, o éste acaba siendo la excusa perfecta para vender otra cosa. Pero, ¿Qué haríamos sin el carnaval?

  • Ningún comentario presente
Normas de comentarios

www.elculturaldecanarias.com no se hace responsable de las ideas expresadas por los autores de los comentarios y se reserva el derecho a eliminar aquellos contenidos que:
  • resulten ofensivos y/o discriminatorios
  • que tengan como fin promover el boicot contra personas, productos empresas o instituciones
  • que atenten contra el derecho a la intimidad, al honor y/o a la propia imagen o nombre
  • aquellos que busquen fines comerciales y/o publicitarios
500 caracteres disponibles
Para evitar spam, por favor resuelva este simple problema matematico e ingrese el resultado (pinche en la imagen para recargarla).

Acepto Utilizamos cookies propias y de terceros para mejorar nuestros servicios, mostrarle publicidad relacionada con sus preferencias, realizar análisis estadísticos sobre los hábitos de navegación de nuestros usuarios y facilitar la interacción con redes sociales. Si continua navegando consideramos que acepta el uso de cookies.