Vidal Prado

SANTIAGO GIL | 29 de septiembre de 2015

CICLOTIMIAS: Pídele solo milagros imposibles a la vida.  

Hay poetas que solo son niñas que se salvaron a tiempo. Y quien tiene niños cerca sabe que la infancia no es solo una bendita inocencia. Hay mucho más, un acercamiento constante a todo lo que les rodea, un sinfín de preguntas sin respuestas y una búsqueda que va mucho más allá de lo que se tiene delante. Luego crecemos, estudiamos, nos hipotecamos y cuando nos damos cuenta ya hemos perdido esa magia que nos salvaba del tedio. Jugar era cerrar los ojos e imaginar un mundo nuevo. Cuando uno escribe cree que trasciende, pero realmente lo único que hace es regresar a la mirada limpia de los cinco años.

De todo lo que acabo escribir sabe mucho la poeta María José Vidal Prado, una gallega que lleva muchos años recorriendo las calles de Vegueta. María José presentará en los próximos días su primer libro de poemas. Lo publica la editorial madrileña Vitruvio y se titula Historia de un jardín muerto y de un pájaro rojo. Toda su poesía parece escrita por alguien que ve mucho más allá de lo que tenemos delante. Si fuéramos al tópico hablaríamos de magias o de meigas gallegas; pero esta poeta es más Alicia que gallega, más hija de Lewis Carrol que canaria, y no hace otra cosa que adentrarse en el espejo desde que no la están mirando. Su poesía está llena de imágenes que te hacen levantar los ojos del libro sobre la marcha; pero al mismo es sentenciosa y precisa, a veces casi visionaria, otras oscura, y siempre sorprendente y profunda. Y no hay verso que no lleve un mundo debajo de cada una de sus letras. Te acerca al humor y a la ironía valleinclanesca o se adentra entre las sombras de Leopoldo María Panero, tiene un poco de Silvia Plath y de Pizarnik y hubiera querido ser la hermana que no tuvo Hamlet cuando salió del castillo de Elsinor. La voz de MJ Vidal Prado resuena en cada uno de los versos que escribe, como si en ellos hubiera dejado grabados para siempre los ecos de sus propias palabras. Y escribe que “dentro de esa caja/que no abro/mi futuro es pretérito.” También estas palabras serán pretérito antes de terminar el párrafo. Pero lo que se cuenta, aun siendo pasado lejano, siempre se queda a salvo de la quema del tiempo. Este es su primer publicado, pero lleva muchos años tratando de entender la vida detrás de cada una de las palabras que escribe para no extraviarse en ninguna de las noches oscuras del alma. La llegada de una poeta debería ser celebrada con vítores y fanfarrias, pero este mundo tiene sus propias metáforas y la emoción y las heroicidades las deja solo para los que golpean balones entre tres palos. Ya luego, cuando no estemos ninguno de nosotros, solo dejaremos palabras para que los que vengan más adelante traten de seguir buscando pistas en medio de la nada. Lo escribe también María José Vidal Prado en uno de sus poemas: “La brisa de la tarde/ nos fue borrando a todos./ La misma/ que nos acariciaba.”

 

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