Un juez tampoco debe reírse tanto.
Canarias.- Había sonreído por última vez el 18 de mayo de 1999. Recordaba esa fecha pero no quería nunca rememorar lo que sucedió aquella tarde. Nadie sabía que no había sonreído desde ese día. La gente no se fija en esos detalles. Lo tenían por un hombre serio, circunspecto, siempre vestido elegantemente. Un juez tampoco debe reírse tanto. Todos piensan que los hombres tristes se ríen luego puertas adentro. A veces sucede, pero este hombre no reía ni dentro ni fuera de su casa desde el 18 de mayo de 1999. Hoy ha cumplido cincuenta y ocho años y ha soplado las velas de una tarta. La compró en un centro comercial junto con las velas. Desde 1999 tampoco celebraba ningún cumpleaños. Los volvió a echar de menos cuando abrió los ojos después de haber pedido el deseo. Ni siquiera probó un trozo de la tarta de chocolate.
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